Han pasado varios meses
desde la última vez que publique un escrito. Hemos tenido que tomar decisiones
no muy fáciles, las cuales nos han hecho adquirir experiencia, pero sobre todo, enseñanzas
impresionantes por parte del Señor Jesucristo.
Hace aproximadamente
unas tres semanas nos tuvimos que mover, dejando atrás 13 años vividos en un
municipio del norte de Puerto Rico. Y justo con la carga de la mudanza, el
Señor me ha sorprendido una vez más.... Entre cajas llenas de ollas, zapatos,
libros, juguetes y ropa, con una simple mirada, el Señor ha susurrado a mi
espíritu: yo estoy aquí.
Eran las 7:45 de la
mañana y me encontraba en las escaleras de las afuera de la casa esperando que
mi niña y su papá salieran para ir a la escuela, cuando me da con mirar la
grama.
Rápidamente
apareció una sonrisa dibujada en mi rostro y mientras me deleitaba en su
grandeza, o sea, en su creación; escuche
en mi espíritu el susurro de mi Señor Jesús al decir: Estoy aquí y tengo un
cuidado especial por ti. Cuando miro detenidamente al césped, veo como los rayos del sol hacen que una diminuta
telaraña tejida entre la grama y una flor, se vea como una corona de diamantes.
Y mientras continúo observando detenidamente el diseño que esta gran artista
ha creado, pude ver como un pequeño gongolis, se deslizaba con tanta gracia y
delicadeza a través de la telaraña. Con
gran templanza, sin ninguna prisa y sumamente confiado, el gongolis se
deslizaba entre la grama, piedras y hojas, buscando llegar a su destino a salvo. Me imagino yo al gongolis decir:
¡WOW! ¡Qué
hermoso! Que espectacular!, He llegado al Palacio de mi Creador. Es justo en ese preciso momento, cuando mi
corazón se llena de esa paz que sobrepasa todo entendimiento y guarda mi
corazón en Cristo Jesús. En ese preciso
momento, todas mis cargas se fueron. Este simple detalle hizo que buscase
dentro del tesoro de mi corazón aquel versículo de la palabra en Mateo 6:25-34 que
dice:
22 Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os
afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.
23 La vida es más que la comida, y el cuerpo que el
vestido.
24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan;
que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros
mucho más que las aves?
25 ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su
estatura un codo?
26 Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os
afanáis por lo demás?
27 Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni
hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de
ellos.
28 Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el
campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
29 Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de
comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.
30 Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo;
pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas.
31 Mas buscad
el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
La realidad es que no
estaba molesta o desanimada, pero si estaba cansada. Esta mudanza ha hizo una muy pesaba y de
muchos contratiempos. Pero sin nosotros
darnos cuenta, el Espíritu Santo se encargo de que esos dones que ha depositado en nosotros: paz,
alegría, gozo, templanza, mansedumbre. . .
se manifestaran en todo este proceso.
Se podran imaginar si el Señor tiene gran cuidado de nosotros, que hasta las
predicaciones y enseñanzas de nuestra pastora parecían como si hubiesen sido
exclusivamente para nosotros.
Abrazos,
Haidee