miércoles, 21 de septiembre de 2011

Alabanzas a Jesús en Todo Lugar

¡Un momento a solas con Jesús es lo más que necesitamos!  Y el Señor está presto para estar contigo, aún en los lugares que tú menos te lo imaginas.

Has tomado el tiempo de ver como las hojas de un gran árbol se mesen con el viento...
¡Qué contraste tan impresionante! 

Ponte a pensar..., ni tan siquiera el ruido de los carros, ni el calor, ni la tan cargada rutina de las personas que pasan por su lado pueden detener la dulce música que se hace cuando el viento toca las hojas.  Y estamos tan sumidos en nuestra rutina que no nos damos cuenta de tan hermoso momento. 

El fuerte viento, el cual tiene la capacidad de destruir ciudades, pasa suavemente a través de las hojas del gran árbol dando su caricia para que las hojas puedan sonar su mejor composición musical: 

La Alabanza a su Gran Creador y Salvador... ¡Jesucristo!

 

Ese sonido tan sublime, tan grato y tan lleno de paz que nos hace cerrar los ojos por un momento y soñar que estamos en un lugar lleno de tranquilidad y completa paz.

Al igual que la naturaleza, no perdamos la oportunidad de darle gracias al Señor por su gran amor.  Cuando estas a solas con él, puedes dejar todas tus cargas sobre él y llenarte de completa paz. Como nos dice el Salmo 23: "En lugares de delicados  pastos nos hará descansar."

Así que, te invito a que cada vez que veas a un árbol mover sus hojas al compás del viento, te unas a ese cántico de alabanza (Salmo 145:10) y le des gracias al Señor por cada una de las bendiciones que te ha concedido.

La lectura de hoy: Salmo 145

Bendecidos!

martes, 20 de septiembre de 2011

No Más Quejas . . . La Bendición La Recibo Yo!

Ayer mientras recogía los pequeños regueros dejados en casa, me puso a meditar en algo que muchas veces hacemos varias veces al día y muchas veces ni nos damos cuenta.  ¿De qué les estoy hablando?  De la queja.  En algún momento de nuestras vidas, sale esa pequeña oración o frase de nuestros labios cuando no vemos los resultamos que esperamos.  Y esto nos sucede con mayor frecuencia a nosotras las madres.  Entre las responsabilidades de mantener la casa limpia, el hacer las asignaciones con los chicos y cuidar de nuestra familia, esa pequeña frase se escapa de nuestros labios.  Y lo particular de ella es, que cuanto más la decimos, nuestros ánimos se van cargando de coraje, frustración y desánimo.
Les confieso que esto me pasó ayer.  Pero en el silencio y la tranquilidad de la noche hice un recuento de mi día y medité sobre ello.... ¿Sabes a la conclusión que llegue? Y lo bello del asunto es que lo sabía desde un principio.... ¡La bendición la tengo yo! ¡El privilegio lo tengo yo! ¡La satisfacción la tengo yo! 

  • De poder fregar y saber que el Señor me dio el pan de cada día (Mateo 6:11).

  • De poder lavar/doblar la ropa y saber que el Señor suple todas mis necesidades (Filipenses 4:19)

  • De poder acostar a mi hija en su cama y tener la certeza de que no tendrá temor y de que sus sueños serán gratos (Proverbios 3:24).

  • De poder estudiar/hacer asignaciones con mi hija y saber que a través de estas enseñanzas el Señor le mostrará el camino que debe escoger para ver sus maravillas  (Salmo 25.12, Salmo 71:17). 

  • De poder corregir a mi hija y tener la convicción de que gracias a esto, el Señor cuidará sus pasos, la sostendrá de su mano derecha y la ayudará (Isaías 41.13).

Que más te puedo decir....  Hagamos el esfuerzo para que de nuestros labios cambiemos nuestras quejas en agradecimiento por cada bendición dada por Dios.

Bendecidos!