jueves, 23 de enero de 2014

Hoy anhelo estar a los pies de Jesús


Cuando más abrumada estoy y mi espíritu esta triste,  le pregunto a Jesús: ¿Señor, como puede tu corazón aguantar tanto rechazo, tanto odio, tanto engañó, tanta maldad por parte de la humanidad? 

Les confieso que en ese instante comienzo a llorar y desde lo más profundo de mi corazón le pido perdón al Señor por no sacar el tiempo suficiente para orar, no haber tenido  la valentía suficiente para preguntarle a alguien desconocido si conoce a Jesús.  Le pido perdón por no haber tenido la paciencia suficiente en el momento de hacer las tareas con mi hija,  por no haber tenido la suficiente templanza en medio de una situación difícil en el trabajo,  por no haber tomado el tiempo suficiente de contemplar la hermosura de su creación.  Y nuevamente me quedo sumergida en esa sola pregunta la cual tiene un peso profundo y una respuesta eterna: Señor Jesús, ¿Porque tu amor es tan grande?  ¿Cómo puedes manejar tanto dolor y aun así tu misericordia y tu gracia prevalecen?  Es en ese preciso momento cuando le pido a Jesús en mi mayor debilidad y tristeza:
"Permíteme Jesús:
·        Poder ver a cada persona a través de sus ojos
·        Poder amar con la misma intensidad que tu nos ama
·        Poder servir incondicionalmente
·        Poder perdonar dejando atrás toda memoria de dolor y resentimiento
·        Poder dar una palabra de aliento donde mi voz solo sea el instrumento que utilices para que se escuche tu voz
·        Poder enseñarles a otros con la pasión que tu le enseñaste a tus discípulos

Hay momentos en nuestra vida en el cual por circunstancias difíciles reflexionamos en donde estamos, porque estamos ahí y hacia donde queremos llegar.  Es justo en esos momentos donde reflexiono en el gran amor de Jesús y me retumba en lo más profundo de mi corazón el texto que dice: La voluntad de Dios es BUENA, AGRADABLE Y PERFECTA.  Luego, una voz muy fuerte dentro de mi me dice: Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro.  Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.   En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra”  Que poderoso es el Salmo 91. 

 Te invito a que medites en esto por un momento… Vivimos en un tiempo muy difícil, donde lo que nos rodea en este mundo es engaño, odio, envidia, codicia, mentira, muerte y vanidad.  La animosidad, la falta de respeto, la falta de amabilidad y la impaciencia se han apoderado de la atmosfera donde vivimos. Pero, ¿Qué estás haciendo al respecto? 
El Señor Jesús siempre tiene una forma muy peculiar de dejarme saber a través de la naturaleza que espera de nosotros; y hoy no fue la excepción…


Toda gota de agua que cae en un rio, su honda comienza muy pequeña y al multiplicarse se hace cada vez más grande.  De esta misma forma debemos trabajar nosotros para poder llevar la luz de Cristo a todo el mundo.  Como una gota de agua debemos comenzar en nuestro hogar declarando este pequeño decreto con el cual nos comprometamos a:

“Ver a través de los ojos de Jesús, amar con intensidad al prójimo, servir incondicionalmente, perdonar dejando atrás todo dolor y resentimiento, enseñar las buenas nuevas del evangelio de Jesús con pasión y ser la voz de Jesús en este mundo”. 

 Al comenzar en tu hogar vera que tus hijos trataran con respeto y amor a sus tíos, primos, abuelos, vecinos y amigos.  Ellos verán el amor de Cristo reflejado en tus hijos y por ende trataran con respeto a sus maestros, directores y empleados de la escuela.  Y veras que como una gota de agua que cae en el rio y se expande; así se multiplicará el amor de Cristo en tu comunidad, en tu ciudad, en tu pueblo, en tu país, en nuestra nación y por ende en el mundo.

 ¡Ahora te toca a ti! Hagamos la diferencia y demostremos el amor de Jesús en cada cosa que hagamos.

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